ETA y el carlismo

El asesinato del presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco (20 de diciembre de 1973) reavivó el debate sobre las posibles relaciones entre ETA y carlismo

Franco y Carrero

Franco y Carrero

En el año 1964, un grupo de jóvenes oficiales del Ejército adscritos al Alto Estado Mayor, habían elaborado un informe sobre el País Vasco, ETA y la eclosión nacionalista. Dicho trabajo se hizo por encargo especial del Almirante Carrero Bianco. Unos 100 folios daban una muy completa “precisión de riesgos”. Ese ejercicio de futuro y sus consejos fueron desoídos: de haberse tenido en cuenta, el problema vasco hubiera sido mucho menor

El informe presentaba que era suicida destruir el carlismo. Ese movimiento popular, indiscutiblemente alineado a la derecha, podía frenar, en el futuro, la creciente corriente anti española. Se recomienda revitalizar al carlismo separándole en lo posible de la burocracia del Movimiento, mediante la sustitución de sus dirigentes de entonces (entregados absolutamente al juego de los jerarcas azules de origen falangista) por personas más en contacto con el pueblo vasco. Según parece, Carrero pensó que esa “jugada” perjudicaría a la sucesión de Franco en la figura de don Juan Carlos de Borbón. Sin embargo, el documento señalaba que esa potenciación más abierta del carlismo, desvirtuaría cualquier exigencia de don Carlos Hugo. Desde Madrid se siguió machacando al carlismo hasta su desaparición.

Parece claro. Si Carrero Blanco y sus colaboradores vascos hubieran tomado en cuenta el estudio es casi seguro que la tragedia de Euskadi hubiera sido mucho menor para vascos y españoles (ver La Vanguardia, 8/II/80). Un estudio de la profesora María Cruz Mina, profesora de la UPV y cuñada de Carlos Garaikoetxea, ponía de relieve la relación entre el carlismo y ETA. “Lo dijo Julio Caro Baroja hace años: entre el abuelo carlista y el nieto nacionalista radical cambia el contenido de las ideas, pero la forma de defenderlas es la misma. Antes defendían “Dios, patria y rey”, y ahora defienden “Euskadi eta askatasuna”. Es curioso, por otro lado, que las comarcas en las que proliferan los carlistas, los integristas e incluso los franquistas, sean tradicionalmente las zonas que mayor número de simpatizantes aporten al nacionalismo radical (El Correo Español, 20/XI/86). El líder de la entonces Batasuna, Arnaldo Otegui, alude una y otra vez a las guerras de los campesinos (las carlistas) como precedente de la situación actual

Jon Juaristi apuntaba lo que ocurrió con el carlismo: “algo más de medio País Vasco entre 1937-1968 no era nacionalista, hasta el año en que el heredero de la rama carlista fue expulsado de España” (El bucle melancólico, p. 330). Ya “dijo Unamuno que el nacionalismo era una especie de carlismo cabreado” (J. Juaristi, La Vanguardia, 27/VI/98). O la afirmación de J. J. López-Burniol: “El nacionalismo vasco fue el instrumento político en el que depositaron sus esperanzas muchos carlistas desencantados” (La Vanguardia, 12/IX/99)

Franquismo = inmovilismo

Carrero con Franco

Carrero con Franco

Hace ahora 50 años, en febrero de 1961, el almirante Carrero Blanco remitió a Franco un Informe sobre la renovación de los Acuerdos militares con los Estados Unidos. Es un reflejo de cómo el régimen se veía a sí mismo y muestra el inmovilismo de sus planteamientos. Podía haber sido escrito en 1939 o en 1973, sin cambiar una coma.

El Vicepresidente Carrero alerta del peligro de las tres internacionales (socialista, comunista, masónica) acechando al régimen y empeñadas en colarse en el sistema liberal de partidos porque en él «la nación acaba perdiendo de hecho su libertad, en lo económico y en lo político.
La realidad de la inmensa farsa en que vivimos es que no interesa la democracia por lo que ella afecta a la libertad del individuo y de las naciones, sino por cuanto ésta, bajo el sistema de los partidos políticos, favorece a la dominación de las naciones». La normalidad política nunca sería, a sus ojos, moneda de cambio de ventajas económicas. No le hizo mella el comentario del ministro alemán Erhard de que «España se incorporaría inmediatamente a las Comunidades Europeas, en cuanto culminase el proceso democrático con la convocatoria de elecciones». Seguía el alegato de Carrero:

«Como no podemos hacer la más mínima concesión en beneficio de quienes nos atacan, porque ello sería entrar en una peligrosa barrena que acabaría dando al traste con nuestra Fe y nuestra independencia, tenemos que estar dispuestos a mantener nuestra unidad dentro de la más cerrada intransigencia (…) Nos ayudarán por cuanto nos necesiten, pero de paso que nos ayudan intentarán dominarnos y esto es lo que no hay que perder de vista. Está bien que nos aprovechemos de la ayuda porque, de momento, el Comunismo es el enemigo más inmediato, pero con gran cuidado de no incurrir en la ingenuidad de peligrosas concesiones». Sigue leyendo