Un asunto recurrente cuando se trata del fútbol en tiempos de Franco es el debate sobre si había un «equipo del gobierno». Y cuando se aborda, todo el mundo emplea el mismo argumento: el equipo del gobierno era el contrario. No hace muchos años aún se cantaba una letrilla, remedo del himno del Real Madrid, que lo calificaba de «el equipo del gobierno, la vergüenza del país» ¿Fue así? Todos, en parte, tienen razón, porque el empeño del poder era que no hubiera un equipo del gobierno sino que todos los equipos fueran «del gobierno» dado que en la Nueva España todo debía ser «del gobierno». Sin embargo, si un equipo pudo ganarse esa calificación al acabar la guerra fue el Athletic (luego Atlético), no el Real Madrid. Veamos por qué.
En el ejército franquista, durante la guerra, se habían creado equipos. Algunos, de buen nivel, como el Aviación Nacional, que había llegado a disputar la primera Copa del Generalísimo. A este equipo, nutrido fundamentalmente por jugadores canarios, se le había prometido también plaza en Primera pero al acabar la guerra se encontraron con que no estaban federados. Los dirigentes del Athletic anduvieron listos y le ofrecieron una fusión: el club pasaría a ser el Athletic-Aviación y contaría con el apoyo de los militares para defender su plaza en Primera. Al final, siguió en Primera y ganaría dos Ligas seguidas. Aquel movimiento les convirtió en el primer «equipo del gobierno» de la posguerra. En su estructura se integraron tanto militares como personajes del régimen. Si estudiamos las juntas directivas atléticas de 1939 en adelante, encontramos los nombres de Fuertes de Villavicencio (jefe del Cuarto Militar de Franco), Muñoz Calero (el de «hemos vencido a la Pérfida Albión»), Jesús Suevos (presidente del Atlético y cofundador de la Falange), Javier Barroso, presidente, arquitecto del estadio Vicente Calderón y hermano del ministro del ejército Antonio Barroso. El gran presidente, Vicente Calderón era acérrimo franquista y el doctor Garaizábal compatibilizaba ser médico del club y de Franco.
Beneficios materiales, en cambio, no sacó muchos. Quizá, que durante el racionamiento de los 40 nunca le faltó gasolina para los desplazamientos, y no pocos los realizó en avión. O que el Metropolitano fuera el primer campo de España con luz artificial en la posguerra. O que saliera de El Pardo una orden directa para que Arias Navarro, alcalde de Madrid, autorizase que el Manzanares «sobrevolase» la M-30. O que le correspondiera defender el honor de las fuerzas armadas patrias enfrentándose sobre el césped a las selecciones de la Luftwaffe y la Aviazione italiana. Pero como hemos visto, ni siquiera logró evitar la depuración de su entrenador, Ricardo Zamora, en 1941 ¿Quizá fuera para dar ejemplo? Sigue leyendo