Las memorias de León Degrelle

A sus 77 años, el belga León Degrelle, que llegó a ser general de la Waffen Division SS durante la segunda guerra mundial, la última reliquia del fascismo europeo, a quien se acusó de ser criminal de guerra, el hombre al que Hitler dijo al oído mientras le imponía la más alta condecoración del III Reich, el gran Collar de Ritterbreuz, «si tuviese un hijo me gustaría que fuese como usted», escribe tranquilamente sus memorias en su piso de la calle de Santa Engracia, de Madrid. Estamos en 1982. Es uno de los exiliados de extrema derecha más notables de entre los que fueron acogidos durante la dictadura. Completan la nómina los ex presidentes Trujillo, de la República Dominicana; Batista, de Cuba; Pérez Jiménez, de Venezuela; Alfredo Ovando, de Bolivia, o Isabel Perón, de Argentina, además de sus respectivas cohortes.Degrelle

Vive plácidamente en la octava planta de una finca de la calle Santa Engracia, próxima a la plaza de Chamberí, en dos magníficos pisos corridos, regalo de «algunos de los muchos amigos que aún tengo en España». Su casa es todo un museo, con vitrinas con piezas de la época romana primorosamente cuidadas, tallas religiosas de los siglos XVI y XVII, cuadros de valor incalculable, monedas únicas, antigüedades de todo tipo, muebles de época y alfombras persas. Está adornada por todas partes con símbolos nazis. «Estas cosas se compraban antes por nada. Cuando curé de mis últimas heridas de guerra, ya en España, hice el camino de Santiago desde Roncesvalles y fui comprando cosas en los pueblos. También en Andalucía me regalaron muchas cosas los campesinos de aquellos pobres pueblos, porque sabrá usted que, en realidad, soy andaluz…».

En las paredes de su impresionante despacho están colgadas las banderas de las compañías de la Waffen Division SS, de la que llegó a ser general, y las dos banderas del Movimiento Rexista Belga (fascista) que él fundara antes de la segunda guerra mundial. Sobre un pequeño plato de cobre colocado encima de un pequeño arcón también de madera noble está a la vista el gran Collar de Ritterbreuz.

Aparentemente no disfruta de protección policial. El paso es franco hasta el octavo piso de la finca. El mismo abre la puerta al periodista, aunque la cita estaba acordada, y durante las tres horas y media de charla la casa permanece silenciosa y aparentemente deshabitada. León Degrelle pasea por su despacho durante todo el tiempo de la conversación. Habla con una potencia y una rapidez atronadoras y lleva el peso de la conversación, porque apenas deja intervenir.

Con una lucidez extraordinaria, evita en lo que le es posible los hechos y las fechas concretas en beneficio de las grandes citas filosóficas o teorizantes, o para recordar pasajes de sus libros o de las memorias que está escribiendo: «A nosotros, los supervivientes de la cruzada europea contra el comunismo soviético, los ex combatientes del frente del Este, desgarrados por las heridas, abrumados por los lutos, consumidos por las penas, ¿qué derechos nos quedan todavía? Somos unos muertos, con piernas, con brazos, con respiración. Pero muertos…». O para pontificar sobre el fascismo: «No creo en esa palabra. La repudio. Yo hablo de nacional socialismo porque es un concepto mundial. Fascismo es un concepto italiano solamente». O sobre el socialismo: «Mi socialismo es el socialismo en colaboración con los que tienen el capital. Sin el capital no hay sueldos y sin trabajo no hay fábricas. Yo nunca quise conquistar el poder, sino que busqué que la gente, el pueblo, me lo entregase».

Ha contratado con una importante multinacional norteamericana la publicación de sus memorias. Serán 14 volúmenes, 14 videocasetes y 14 películas. Los editores le han puesto fechas de entrega. «Con el dinero se acaban para siempre mis penurias económicas, aunque siempre he sido poco gastador». Así que tiene que entregar un libro cada cuatro meses.

Escribe a mano, con rotulador negro, en cuadernos grandes de anillas, que va depositando unos encima de otros a medida que están llenos. «El pulso de la mano es lo que mejor refleja la inspiracíón», dice. Comienza a las siete de la mañana y levanta el trabajo por la noche. Allí está todo. Desde su nacimiento, en Bouillon (patria de Godofredo de Bouillon, uno de los primeros cruzados), en una familia de ocho hermanos, hasta su precocidad en todo. A los quince años había escrito una novela y un libro político; a los veinte, cinco libros, y a los veinticinco dirigía varios periódicos, algunos de los cuales llegó a poseer. A los treinta (en 1936), ya con el Movimiento Rexista (fascista) fundado hace algún tiempo, consiguió meter en el parlamento belga a 32 diputados.

En las memorias se cuenta su encuentro con Franco, en la guerra civil española, y hay un epígrafe en el que relata una conversación entre los dos personajes: «Yo le dijo a Franco que la guerra estaba resultando muy larga y por lo tanto muy costosa, a lo que me respondió que ocho siglos habían tardado sus antecesores en la Reconquista. La verdad es que nunca tuve confianza con Franco. Llegué incluso a votar, ya como español, en su contra en el referéndum de la Ley de Sucesión. A quien de verdad yo admiré fue a Serrano Suñer. Luego, en los siguientes 45 años, con el paso del tiempo tuve relaciones de todo tipo con gente como Girón, el doctor Marañón, Ridruejo, Laín Entralgo, Rof Carballo, Cossío, Sopeña, De la Serna, Mayalde, Carrero Blanco, etcétera. A estos dos últimos les regalé un cuadro valioso a cada uno. Fui amigo de Fraga y también, mucho, de Blas Piñar. Siempre le dije a Blas que se equivocaba, que no se podía ser notario y político. Montó un partido en torno a una clase social rica o muy rica. Por eso fracasó».

Los monárquicos catalanes a don Juan (1955)

El régimen franquista pasaba en 1955 por uno de sus peores momentos. La recuperación del país era muy lenta en una larga autarquía y los Convenios con Estados Unidos (1953) aún tardarían en dar sus frutos. Opositores de todas las tendencias comenzaron a pensar en el final del régimen. Los monárquicos catalanes llevaban varios años hablando con representantes del republicanismo independentista para intentar consensuar un programa de mínimos que pudiera ser aceptado por Don Juan de Borbón en su exilio portugués. En junio de 1955 alcanzaron unos puntos mínimos para el día en que Don Juan accediera al trono español. En esencia, no aceptaban sin más al hijo de Alfonso XIII salvo que este adoptara una serie de medidas renovadoras. En un Memorándum que dirigían al Rey le hacían saber cuáles eran los puntos acordados:Don Juan

1) La primera manifestación de la Monarquía restaurada sea un llamamiento a la paz, la concordia y la reconciliación de los españoles, dando por muerto y enterrado el inicuo sistema político actual basado en el triunfo de unos españoles sobre otros y en la pervivencia del espíritu de guerra civil. El rey ha de serlo de todos, y si no fuese así no valdría la pena haberlo establecido en el Trono.

2) Restablecer las libertades de la Constitución de 1876: prensa, reunión, partidos, sindicatos.

3) Descentralización administrativa y política que permita a las provincias españolas agruparse en las regiones tradicionales, prefigurando la constitución federal de España (…) Nombramiento de un gobernador general para cada una de ellas (…) De ser posible, dicha autoridad habrá de ser oriunda de la región sobre la cual ejerce su jurisdicción.

4) Teniendo en cuenta que en Cataluña funcionó una estructura autónoma, con la Mancomunidad primero y la Generalidad después, conviene atribuir mayores facultades a esta región mejor preparada, por este antecedente, para ejercerlas. En especial, oficialidad de la lengua catalana para las relaciones interiores, organización y dirección de la instrucción pública en el país y reconocimiento de la bandera de las cuatro barras como enseña oficial del Gobierno regional. El restablecimiento puro y simple de la Mancomunidad no sería hoy satisfacción suficiente para los catalanes.

5) Liberar la economía española (…) de las intervenciones y trabas estatales; promesa de acabar con la inconcebible corrupción de la administración actual y con la existencia de las mastodónticas instituciones económicas de más que dudosa utilidad. Apartamiento de los militares de las funciones administrativas que no les son propias.

6) Revisión de la legislación social y obrera, con objeto de eliminar de sus funcionamiento toda tendencia política.

7) Relevo inmediato del personal directivo de sindicatos obreros y patronales e instituciones sociales y de previsión, (…) suprimiéndolas si no son necesarias.

8) Relevo inmediato del personal directivo de diarios, periódicos, agencias periodísticas, emisoras de radio y asociaciones de la Prensa, tanto si deben el cargo a nombramiento directo como a elecciones simuladas o amañadas con censos de electores depurados.

9) Renovación de los Ayuntamientos, Diputaciones provinciales y demás organismos estatales o paraestatales con personas no contaminadas de virus totalitario. Todos los nombramientos provisionales en Cataluña deben recaer en catalanes.

10) Presencia en el primer Gobierno de la Monarquía de dos ministros catalanes, uno de ellos en un Ministerio económico.

11) Supresión pura y simple del llamado Ministerio del Movimiento, y prohibición de la Falange. Otras muchas medidas habría que tomar, especialmente aquellas que serían especialmente gratas a los catalanes y determinarían su adhesión al régimen redivivo. Su objetivo es liberar al país del régimen actual; pero de tal manera que ni él ni otro semejante pueda producirse en el futuro. Los que le escriben están dispuestos a acallar sus convicciones republicanas y colaborar en la tarea de reconstrucción.

La oposición al franquismo

La oposición política al franquismo partió de los partidos y sindicatos derrotados en la guerra, pero progresivamente surgieron nuevas formas de oposición, incluso desde dentro del propio régimen, demandando libertades. Describir ese variopinto panorama de personas y grupos que lo integraban es lo que pretendía, desde el exilio mexicano, un artículo de 1959 en la Revista «Diálogo de Las Españas». La distancia provocaba algunas curiosas distorsiones que para lo poco expertos podrían equiparar a duros del régimen como Blas Piñar con demócratas como Ruiz-Jiménez o Tierno Galván. Este es el texto:Bandera1

LOS GRUPOS COLABORACIONISTAS QUE SE DICEN DE LA OPOSICIÓN A FRANCO:

La aparente paradoja de su postura responde al continuismo, o deseo de que el franquismo continúe después de Franco. Son:

1. Grupo Opus Dei. Aunque hoy son los mejores y máximos servidores del Régimen, preparan alguna gente para jugar a otros paños: es el sector dirigido por R. CALVO SERER y F. PÉREZ EMBID. Se dicen de la oposición desde hace muy poco tiempo.

2. Monárquicos de ultra-derecha (difunto CONDE DE RUISEÑADA, MARQUÉS DE VALDEIGLESIAS, FERNÁNDEZ DE LA MORA, “Amigos de Maeztu”, etc.) Propugnan la monarquía “tradicional, católica social y representativa”. Ahora se infiltran en el grupo tradicionalista-juanista (a través de los hermanos ORIOL URQUIJO), convirtiendo a este grupo en continuista. Desde hace más de dos años, muy vinculados (y quizás movidos) por el grupo Opus Dei.

3. Tradicionalistas javieristas (JOSÉ LUIS ZAMANILLO, JOSÉ M. VALIENTE, etc.), prolongación del tradicionalismo cerril y decimonónico, esperan llegar a ministros de Franco y compartir el poder con sus amigos del Opus Dei.

4. Democristianos colaboracionistas (A. MARTÍN ARTAJO, FEDERICO SILVA, BLAS PIÑAR, OBISPO A. HERRERA) y de otra parte el grupo J. RUIZ JIMÉNEZ, con cierta influencia en algunos Colegios Mayores Universitarios. Hace años fueron una esperanza dentro del gobierno franquista, por sus atisbos de relativo liberalismo, pero añoran sus ministerios y no son trigo limpio; muy clericales, aunque no tanto como Opus Dei.

OPOSICIÓN DERECHISTA

1. Tradicionalistas juanistas: importante disidencia de la disgregada Comunión tradicionalista, que ha aceptado como rey a D. Juan de Borbón, y que encabeza J. M. ARAUZ DE ROBLES, los ORIOL, CONDE DE LA FLORIDA, etc. Han tratado, sin éxito, de monopolizar el monarquismo juanista. Con infiltraciones del grupo Opus Dei, que juega también esta baza a través de H. ALTOZANO (hoy gobernador de Sevilla) y sus esbirros, algunos universitarios, que están haciendo en esa provincia un acabado experimento de teocracia dictatorial.

2. Monárquicos juanistas, formado por los siguientes grupos, aún no unificados:

UNIÓN ESPAÑOLA, integración no muy estable de seis o más grupos:

Grupo de JOSÉ MEIRAS OTERO (Amigos de Cánovas), de PÉREZ GRIPO (Amigos de Calvo Sotelo), MEZQUITA, ALCALÁ DEL OLMO, etc., muy vinculados al General Aranda. Entraron en Unión Española, pero parecen irse distanciando de ella (quizás se han retirado?) por sentirse desplazados de la dirección. MEIRAS y otros tienen hoy como único objetivo entrar en el Consejo Privado de D. Juan.

Grupo de JOAQUÍN SATRÚSTEGUI (realistas, VICENTE PINIES, JAIME MIRALLES, FANJUL, etc.) Son el verdadero núcleo de Unión Española y tienen influencia sobre D. Juan por medio del secretario PADILLA, sobre la Banca, la aristocracia, etc.

Individuos que pertenecen a Unión Española, pero que suelen llevar su propio juego político: TELLA, no político, muy activo, aportó a la U. E. los nombres de ARANA y de E. TIERNO GALVÁN; CARBONELL, no político, conspirador experimentado, muy influyente en la C. N. T., muy ligado a TELLA y a MASEDA; MASEDA, influyente en ciertos sectores bancarios, quiere acercarse al grupo de GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, pero haciendo valer su adhesión bajo amenaza de crear un partido agrario y de pequeños contribuyentes, influyente en Carbonell y otros.

Grupo de JOSÉ DOMÍNGUEZ DE ARANA (antiguos miembros de Acción Nacionalista Vasca, regionalistas vascos anticlericales, apoyan decididamente la monarquía por oposición a los nacionalistas del grupo Euskadi-AGUIRRE que se inclinan por la república. Parecen tener mucha relación con los Bancos de Bilbao y Vizcaya. Influyen mucho en U. E., muy activos, con influencia en el País Vasco, aunque menor que el Partido Nacionalista Vasco.

Grupo funcionalista de E. TIERNO GALVÁN: neoliberales o neosocialistas, ya nadie sabe con certeza lo que es este pequeño grupo, influyente, de marcado tipo intelectual y cierta influencia sobre algunos jóvenes diplomáticos y profesores. Parece un grupo antirreligioso en sentido amplio, y despierta recelos en otros grupos de la oposición. TIERNO es hoy el hombre más influyente en la U. E., pues los verdaderos monárquicos de ésta le consideran como su posible y futuro enlace con la Izquierda. No debe ser monárquico, si acaso circunstancialmente.

Grupo de ex republicanos (ZULUETA, SALABART, NAVARRO, DE BENITO, etc.) Muy dinámico, muy influyente en la U. E. y en el Colegio de Abogados de Madrid, muy relacionados con Tierno y Satrústegui, llevando con estos la dirección de la U. E., parecen haberse adherido sinceramente a la Monarquía.

NO ADHERIDOS A LA U. E.:

Grupo de FONTANAR (con VALDECASAS, GAMERO DEL CASTILLO Y PABÓN): aristócratas e intelectuales muy derechistas y poco influyentes, de escaso número, muy próximo a la U. E. aunque niegan estar adheridos a ella.

Grupo de LUIS GARCÍA DE LA RASILLA, con el CONDE DE GUAQUI a su derecha y el CONDE CIFUENTES a su izquierda. Muy opuestos a la U. E., por la animosidad y odio de RASILLA contra Satrústegui. Propugnan la candidatura del INFANTE ALFONSO DE ORLEANS para que represente en España a D. Juan como Regente. Grupo con muchas simpatías entre los jesuitas, tiene claras inclinaciones democristianas, pero muy derechistas comparadas con las de Giménez Fernández. Sigue leyendo

ETA intentó secuestrar a Ullastres en tres ocasiones

Alberto Ullastres, ministro de Comercio con Franco entre 1957 y 1965, marchó este último año a Bruselas para hacerse cargo de la representación permanente de España ante el Mercado Común. Era difícil ser el hombre que daba la cara por el último régimen no democrático de Europa occidental. Estuvo una decena de años en la capital comunitaria y puede anotarse en su haber el logro del Acuerdo Preferencial de 1970, instrumento económico que reguló toda la actividad comercial con la CEE hasta el ingreso en 1985. A. Ullastres

Pero aquí quiero referirme a un aspecto poco conocido de su biografía: los tres intentos de secuestro que sufrió (en 1968, 1969 y 1973) por parte de elementos anarquistas y de ETA. La relación pormenorizada aparecerá en un libro que saldrá en enero («Europa, de entrada, NO»). Aquí ofrezco un adelanto para abrir boca. En concreto, se trata del relato que hacía el propio embajador a sus superiores en Madrid del último intento de secuestro, en noviembre de 1973,  un mes antes de la muerte de Carrero.

“Exteriores Madrid. Telegrama nº 231. Bruselas, 8 de noviembre de 1973. Muy urgente. Muy secreto

El miércoles día 7 del corriente a la una y media de la tarde cuando se encontraban en la residencia del Embajador solamente dos empleadas de servicio, llamaron a la puerta de servicio (la residencia ocupa el tercer piso de la casa) y apareció un chico joven con un paquete acompañado de otro individuo. La empleada que estaba en la cocina les abrió la puerta y la dieron entonces un empujón contra la pared amenazándola con una pistola y tapándole la boca diciéndole que no gritase, al mismo tiempo que aparecían por la puerta otros dos individuos armados. Los cuatro eran jóvenes, entre 20 y 30 años. Dos de ellos iban bien vestidos y algunos llevaban barba. Como conociendo aquella parte de la casa empujaron a la empleada hasta el comedor y el salón, dejando el paquete en el comedor y preguntándole si había alguien más en la casa. Mientras la amenazaban le dijeron que no se preocupase que no iba contra ella y que era al Embajador Ullastres al que querían ver. La empleada les contestó con evasivas y entonces parte de ellos se fueron a recorrer la casa quedándose uno con ella. En un descuido echó a correr y se fue otra vez hacia la cocina donde la alcanzó su perseguidor. En ese momento entró por la puerta de la cocina la otra empleada que en un primer momento creyó que era alguien conocido al ver una máquina fotográfica sobre la lavadora. Cuando volvió la vista hacia su compañera y la vio debatiéndose contra el visitante que a su vez se abalanzó contra ella, dio media vuelta y se encerró en el planchero con llave donde no intentó entrar su perseguidor, el cual se volvió hacia la otra empleada y llevándosela de nuevo al salón la puso unas esposas que llevaba preparadas. La que se había encerrado en el planchero abrió la ventana y comenzó a dar voces por el patio. De repente se acordó que había un aparato telefónico en la habitación y llamó a la cancillería donde se puso rápidamente al habla con el Embajador comunicándole que había ladrones en la casa y que se estaban oyendo sus pasos en aquel momento por el pasillo contiguo que conducía al fondo de la misma.

El Embajador después de tranquilizarla y dejarla en contacto telefónico con su secretaria tomó las disposiciones oportunas, la primera de las cuales fue avisar a la policía, después enviar a un diplomático de la Misión con un ordenanza en un coche a la residencia y después intentar avisar a la portería de la misma –el portero es guardia del barrio– para que les bloquease la retirada mientras llegaba la policía, cosa que no consiguió por ausencia del portero. Intentó entonces advertir por teléfono también a la cancillería de Austria que ocupa la casa contigua a la residencia, y después partió él mismo con otro diplomático hacia la casa. Sigue leyendo

Los niños de la guerra

El 28 de septiembre de 1956 llegaban al puerto de Valencia la primera expedición de 513 españoles repatriados (366 adultos y 147 niños) que se encontraban en la Unión Soviética y que se acogieron al programa de repatriación patrocinado por la Cruz Roja. Era la primera de las cuatro expediciones que se habían concertado entre los dos países. Miles de parientes llegados desde todos los puntos de España esperaron a sus familiares. Se trataba de españoles que marcharon desde la zona republicana veinte años atrás, cuando eran todavía niños, y que ahora regresaban a su país. Venían en su mayoría casados y con hijos de la edad que ellos tenían entonces.

Llegaban en el crucero “Crimea” desde Odessa con las banderas soviética y española para subrayar el carácter de operación conjunta. Motonave de dos hélices, con 5.000 toneladas de registro neto, botado en 1928 en el puerto alemán de Kiel. Algunos periodistas fueron autorizados a subir al barco. Pudieron observar que en el camarote del capitán, además de unos descomunales emblemas de la hoz y el martillo, estaba presidido por los retratos de Lenin y Stalin. Entre los llegados se contaban 21 mujeres rusas casadas con españoles de los que llegaban. En esta primera expedición había pocos personajes conocidos, con la excepción de la madre y la mujer del ministro republicano Jesús Hernández. La prensa española se encargó de notar que “los trajes que todos ellos visten son de telas baratas y patrones anticuados”. Un tal Cecilio Aguirre Iturbe fue el primero en bajar del barco. Sigue leyendo