La pandemia franquista

No sé cómo se enseñará a los actuales alumnos de Bachillerato la reciente historia de España. En mi época simplemente no se explicaba. Nunca se llegaba. Todo lo más llegábamos al siglo XIX en que se nos exponía linealmente todos los pronunciamientos y revoluciones, períodos conservadores, liberales, progresistas, constituciones, guerras carlistas, alternancias… Como mucho, la 1ª República. No era casual. Era como un intento de meternos en la cabeza que la Historia de nuestro país era muy complicada y liosa y no valía la pena seguir invirtiendo tiempo y paciencia en intentar comprenderla. De paso, se indultaba el nada glorioso siglo XX cuyo estudio serio y riguroso solo podría deprimirnos por las inmensas tragaderas demostradas por el heroico pueblo español para con unos poderes formales y fácticos que siguen presentes hoy. Casi mejor. No era exhibible.

Intuyo que el relato pedagógico será el mismo cuento que nos han contado tantas veces que ya es casi versión oficial: Franco, encarnación del Régimen nacido de la Guerra civil y que finalmente se tecnificó y dulcificó en su última etapa, se murió en Noviembre de 1975. Y ante ello un Rey, que no se sabe de dónde salió, nombró Presidente del Gobierno a Suárez, siempre bien tratado, para que dirigiera una operación de transición a la democracia. Que se inició con una votación de las Cortes franquistas y concluyó con la redacción de una Constitución que instauró una monarquía parlamentaria. Con ello se puso fin al franquismo, salvo en todo caso el oprobioso incidente del 28F, que fue un fracaso. Y colorín, colorado… España se integró en Europa y se constituyó en una democracia avanzada en la que finalmente PP y PSOE se alternaban en el Gobierno. ¡Somos un modelo universal y exportable de transición desde un régimen autoritario a un régimen democrático!

Demasiado simple ¿no? Es la teoría del azucarillo que se disolvió en el vaso de agua y que cuando se pone en cuestión se rebate con el argumento de que el paso del tiempo todo lo mata. Olvidando que la muerte sólo afecta a lo biológico pero no a los intereses, las ideas, las visiones cosmológicas que se transmiten  a lo largo del tiempo más allá de los hombres e incluso las generaciones.  Lo que los filósofos marxistas denominan la reproducción de las condiciones históricas.

Esa versión lineal, ahistórica y acrítica resulta de todo punto insostenible:

Y todo mentira. El franquismo nunca se dulcificó. Casi agónico el Dictador aún firmaba penas de muerte. Las cinco últimas a fines de Septiembre de 2015.

El supuesto principio del fin del franquismo ha de situarse en fecha anterior a la muerte del Dictador. Cuando Mr. Kissinger advirtió que el apoyo americano al Régimen era improrrogable y no se aventurarían con sucesores “mortis causa” como Carrero o cualquier otro. Que de algún modo la cosa había durado demasiado, incluso para ellos. El “hasta aquí hemos llegado” implicaba como contrapartida el compromiso de apoyo desde fuera y desde dentro a un cambio controlado, que no comprometiera sus intereses.

Tampoco el Rey Juan Carlos o Adolfo Suárez eran el fin del franquismo. Uno y otro estaban marcados por la Historia con el franquismo en virtud de haber juramentado ambos las Leyes Fundamentales del Glorioso Movimiento Nacional y la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado que consagraba, a expensas de Don Juan de Borbón, la reinstauración monárquica. Más el Rey como depositario de la legitimidad histórica derivada de la victoria en la guerra civil que le convertía en cabeza del aparato estatal franquista (Ejército, Partido único, Sindicatos únicos, Aparato judicial, Administraciones publicas…). Propiamente, ambos eran las secuelas.

El diseño de la operación era bastante elemental. Un partido rector, la UCD, auténtico puzzle de partidos de derecha reformista, centro derecha y centro izquierda, financiado entre otros por los saudíes merced a la intercesión del Rey. Un partido anclado en el franquismo, residual, la Alianza Popular de Fraga y sus siete magníficos, que votaría finalmente que no a la Constitución, financiado fundamentalmente por el gran capital nacional salvo la oligarquía financiera que financiaba a todos, pero no por igual. Y un partido legitimador, el PSOE que tras romper con el sector histórico y expulsar a los “militant”, era una tábula rasa, una estructura a rellenar a partir de la dirección de un joven Felipe González menos adherido a los principios, dispuesto a deshacerse de cualquiera de ellos, que a los finales. Y  a aprender rápidamente lo que fuera menester. Con la impagable financiación de la Fundación Friedrich Ebert fundamentalmente aportada por dos ultraderechistas alemanes (Friedrich Karl Flick, hijo de un nazi criminal de guerra condenado en el Tribunal de Nüremberg, cuya fortuna provenía del espolio nazi, y Eberhard von Brauchistch,, hijo del general nazi que fue Jefe del Estado Mayor de Hitler).

El pacto en su diseño era un pacto radicalmente anticomunista en sus componentes internacionales y nacionales. Antidemocrático y excluyente de todas aquellas fuerzas políticas que el estatus quo consideraba inconvenientes.

Pero algo, determinante, no funcionó y hubo que cambiar el guión. El asesinato y la movilización para el entierro de los Abogados de Atocha (26 de Enero de 1977) y la legalización del Partido Comunista de España (9 de Abril de 1977), que Fraga Iribarne llega a calificar como Golpe de Estado, dan lugar a que se desencadenen las sinergias que desembocarán en el Golpe de Estado de 28 de Febrero de 1981. Se inicia la destrucción de la UCD, desde fuera y desde dentro, y la caza de Adolfo Suárez, quien a estas alturas se había creído el papel de redentor en un viaje ideológico hacia adelante, hacia el futuro. En este proceso se implican  AP, el PSOE, la cúpula militar, el propio Rey y sectores de la UCD. En ese contexto golpista y de resistencia a la dimisión de Adolfo Suárez, el Golpe del 23F es el empujón final que le coloca en la puerta de salida. Tras él hay datos de que, al parecer, latía la idea no suficientemente madurada de un Gobierno de concentración con el General Armada en la Presidencia, Felipe González en la Vicepresidencia y Fraga Iribarne en el Ministerio del Interior. La solución final, el triunfo real del Golpe, es la dimisión del Gobierno y la convocatoria de elecciones que facilita el acceso electoral al Gobierno del PSOE por primera vez, en 1982. De este modo el Pacto inicial se deshace de Suárez y la UCD y postula una nueva alternancia en el Gobierno de PSOE y AP que, por razones de cosmética, cambia su nombre por el de PP.

A estas alturas el PSOE aún despertaba pocas sospechas y concitaba esperanzas. Felipe, en su recorrido hacia atrás, hacia el pasado al revés que Suárez, se había deshecho del marxismo, de la política de no entrada en la OTAN, había participado en los Pactos de La Moncloa de 1977, contribuido a la destrucción de la UCD y al derribo de Adolfo Suárez por todos los medios y haberse postulado para el referido Gobierno de concentración, etc. Ya sólo le quedaba por dar algunos, pocos, pasos para demostrar que se había convertido en el deseado “hombre de Estado” que podía gobernar el país: meter, no impedir o no enterarse de que su partido chapoteaba en la corrupción (en la que por otra parte estaba desde el inicio) y desarrollar, no impedir o no enterarse de la continuación de las políticas de “terrorismo de Estado”.

En todo este proceso hay efectivamente la proclamación de unos derechos y libertades fundamentales y el establecimiento de un marco constitucional que permiten hablar de un marco de democracia formal. Pero no es menos cierto que hay una conservación absoluta, inalterada de los poderes de hecho, de las ideas y los valores  que soportaron el franquismo en un marco material al que el PSOE se había incorporado plenamente. Y del que sólo ha escapado real y efectivamente con Pedro Sánchez. Ese es el mérito de Pablo Iglesias y los suyos y la causa del odio sistémico que desde el sistema le profesan. Haber resituado al PSOE.

Hablar de nostalgia franquista es tanto como ignorar que el franquismo nunca se ha ido, que vive entre nosotros y que se encarna en millares de “franquitos” que unos golpean cacerolas y otros non, como los pimientos de Padrón.

Sí hay algo que últimamente me llama la atención y no quiero dejar de subrayar. La curiosa mistificación de las dos corrientes ideológicas más importantes del franquismo e históricamente antagónicas: la falangista, más laica-republicana-activista-violenta, y la tecnócrata más dada al estudio-meapilas-indiferente-sibilina. El híbrido falango-opusdeísta, al que responden personajes como Diego Pérez de los Cobos o el ex ministro Jorge Fernández Díaz. Nacionalcatolicismo para dar y tomar. Es de esperar que estas hibridaciones, como las mulas manchegas, resulten estériles [Antonio Seoane].

Los logros sociales de Franco

No puedo evitar ver con tristeza cómo algunos atribuyen a la dictadura de Franco logros ajenos, más allá de propaganda y noticias falsas aquí tenéis la verdad.

Franco no creó la seguridad social – La seguridad social se inicia a través de la comisión de reformas sociales de 1883 y es en 1900 cuando se comienzan a aplicar. La seguridad social queda institucionalizada en 1908 a través del instituto nacional de previsión.

Franco no creó las magistraturas de trabajo – Las magistraturas de trabajo se aprueban por la ley de jurados mixtos del 7 de Mayo de 1931 por parte del ministro de trabajo Francisco Largo Caballero.

Franco no creó las vacaciones pagadas – Las primeras vacaciones pagadas se aprobaron en 1918 a los funcionarios del estado, en 1919 a los oficiales de la marina mercante y en 1931 la ley de contratos de trabajo lo reconocía para todos los trabajadores.

Franco no creó el sistema de pensiones – En 1919 el instituto nacional de previsión establece la imposición de la obligatoriedad de las pensiones y es en 1931 cuando se recoge constitucionalmente y se desarrolla como un seguro unificado para todos los trabajadores

Franco no industrializó España – La guerra destruyó la industria Española y la época de autarquía comprendida entre 1939 y 1957 acabó con los restos. España no recupera el nivel industrial previo a 1936 hasta el año 1970 según datos del banco mundial.

Franco no creó pantanos – Los pantanos fueron programados en el plan Badajoz de 1933 y desarrollados por el ministro de Industria Indalecio Prieto. El plan Badajoz comenzó a gestarse a principios del siglo XX.

Franco no fundó ni Telefónica ni Iberia – Telefónica se funda por iniciativa privada en 1924 e Iberia de forma similar en 1927.

Franco no estableció las primeras ayudas a las familias numerosas – Las primeras ayudas a familias numerosas se establecen el 21 de Junio de 1926 a través del Real Decreto Ley de protección a las familias numerosas de funcionarios públicos y de clase obrera.

Franco no creó las VPO – Las viviendas de protección oficial se crean mediante la ley de casas baratas del 13 de junio de 1911 y se desarrolla a través de un sistema de fundaciones que comienzan a ofrecer viviendas protegidas en 1913.

Franco no nos metió en el capitalismo – El capitalismo moderno entendido como liberalismo político de corte industrial se desarrolla en españa en el siglo XIX, esto es directamente una estupidez.

Franco no nos metió en la ONU – La ONU bloqueó la entrada de España por ser una dictadura, diez años después se desbloquea la entrada por presión de EEUU.

Franco hizo que el país creciera al 7% – Una burbuja pagada por el estado que duró 10 años, con una recesión previa brutal en la época de la autarquía.

España no era la 8ª Economía del mundo a su muerte – fue la 10ª según datos del BM, durante la restauración en el siglo XIX y principios del XX era la 6º según la misma fuente.

Con Franco el paro no era inapreciable – La monitorización del paro no empieza en España hasta 1973, pero raro es que hubiera paro después de una guerra y en los años posteriores.

Franco si cobraba impuestos – solo que su gestión además de corrupta era ineficiente. La aplicación del IVA tampoco se hacía en ningún país europeo hasta los inicios del proyecto económico europeo.

Franco desde el telescopio

El historiador Julián Casanova ha coordinado ‘40 años con Franco‘, un libro total sobre el franquismo, una panorámica completa -“una mirada telescópica”, dice él- que incluye desde la particular personalidad del dictador hasta apartados como la política exterior, el papel de la mujer, la literatura y el cine.Telescopio

Quizá la principal conclusión a la que uno llega tras leer sus 350 páginas es que las alusiones a devaneos dictatoriales o totalitarios que se formulan en la actualidad son poco serias. “La gente que cree que esto no es una democracia porque hay corrupción. Una dictadura se caracteriza porque hay una violación constante de los derechos humanos, desde la más física a la psicológica; no hay una sociedad civil que pueda expresarse libremente. Ahora hablamos de otra cosa”, explica Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza. “Compare por ejemplo la Bolivia actual con la de (Luis García) Meza, donde había cadáveres por las cunetas; uno puede pensar que Cristina Kirchner utiliza un sistema clientelar -lo que significa el peronismo en Argentina-, pero de ahí a los desaparecidos… Hay que ser serios: la democracia es frágil, no es universal y hay que cuidarla”.

En el libro, en el que además de Casanova participan otros nueve autores, entre ellos Paul Preston, Agustín Sánchez Vidal y Ángel Viñas, se cita una frase de Salvador de Madariaga que sintetiza bien el desastre que supuso el dictador para España: “El más alto interés de Franco es Franco; el más alto interés de De Gaulle es Francia”. Como recuerda Casanova, ese pasado también tiene implicaciones nacionalistas. “Por eso tenemos tantas dificultades para aceptar una idea de nación, una bandera, un himno. Esa es una sombra alargadísima de la dictadura”.

Una disfunción que también les afecta negativamente a ellos, a los historiadores. “Imagínese que escribimos sobre Isabel la Católica: los lectores dirían ‘fíjate, cuánto saben sobre ella’. Nadie nos cuestionaría. Pero escribes sobre Franco y estás bajo sospecha; el que interioriza su opinión se autoconvence. Dirán: ‘Un rojo’. O: ‘Preston, ¿quién es Preston?’ Y lo que Preston sabe sobre Franco no tiene nada que ver sobre lo que sabe el máximo especialista sobre Isabel la Católica. Pero está bajo sospecha”, lamenta Casanova, quien incide en que ahí también late un “desprecio por el conocimiento científico”.

Dijo Javier Tusell: “Cualquier intento de llegar a una descripción del franquismo y de sus características fundamentales fracasaría plenamente si pretendiera eludir el papel desempeñado por la propia personalidad de Franco”. Eso, recuerda Casanova, no sucede al mismo nivel ni con Hitler: “Podemos discutir todas las etiquetas que le ponemos al régimen, la dictadura va cambiando, pero hay una persona que está al principio y al final. Su último discurso a los españoles, tras los últimos fusilamientos [el 27 de septiembre de 1975], no es ‘mirad qué España os dejo’, sino ‘hay una conspiración judeo-masónica…’. Es decir: nada se ha movido desde julio del 36”. Sigue leyendo

Tierno Galván: una historia inventada

Uno de los opositores al franquismo que goza de mejor cartel es, sin duda, Enrique Tierno Galván (1918-1986). Catedrático en Salamanca, europeísta, fundador del PSP que acabaría integrado en el PSOE, alcalde de Madrid (1979-1986), alentador de lo que se ha llamado la «movida madrileña», hombre tremendamente popular y admirado.Tierno Galvan

Pero esta imagen del Viejo Profesor ha sufrido en los últimos años un notable descrédito tras demostrarse que Don Enrique se inventó una gran parte de su biografía: su infancia y juventud, su papel en la Guerra Civil y en la inmediata posguerra. Tierno Galván se fabricó una biografía heroica donde se presenta como voluntario del Socorro Rojo, y acompañante de Hemingway y Dos Passos en sus andanzas por los campos de batalla. Todo falso, como ha demostrado César Alonso de los Ríos en el libro  «La máscara de Tierno Galván» que recomiendo vivamente leer.  Me permito reproducir un resumen del cúmulo de falsedades que Tierno Galván se inventó para forjarse una biografía acorde con su papel de socialista y liberal.

Las primeras sospechas sobre la figura mítica de Enrique Tierno venían de unas largas entrevistas en las que me habían inquietado ciertos silencios y algunas contradicciones que yo quise achacar a reservas políticas. Pero fueron mis viajes a los lugares en los que, según él, había pasado su infancia y algunos periodos en la posguerra, cuando tuve las primeras pruebas de sus invenciones. En cuanto comencé a contrastar testimonios personales y a frecuentar archivos se me vino abajo el falso edificio construido por el Profesor: desde el hermoso escenario rural con casas labradoras a los pisos de mediana burguesía ilustrada, una vez trasterrada la familia a la capital. Más duro me resultó aceptar la verdad de Tierno en guerra. Se desplomaba la ficción del joven libertario que trabajó en el Socorro Rojo, que acompañó a Hemingway y a Dos Passos por los frentes de Madrid y que, con 20 años, trató a un desnortado Besteiro, a un derrumbado Azaña, a todos los jefes republicanos. Si las fantasías familiares podían haber tenido cierto interés literario, las invenciones de la guerra y la del imaginario campo de concentración eran de un oportunismo político muy duro de asimilar. El archivo de Alcalá no deja títere con cabeza del antifranquismo precoz del Profesor ni los hechos reales permiten la tesis de un Tierno Galván enfrentado a la dictadura nada menos que en una sesión solemne como es la inauguración de un curso en el Instituto de Estudios Políticos con la presencia de jerarcas y figuras como Moscardó y Pilar Primo de Rivera.

El primer documento oficial, relacionado con la vida del Profesor, fue el acta de nacimiento. En medio de tantas dudas fue un consuelo tener en la mano un dato cierto: la fecha del acta -8 de febrero de 1918- coincidía con la que aparecía en las biografías. No dejaba de ser curioso que el único dato cierto hubiera sido precisamente el que siempre se había puesto en duda en los propios medios tiernistas. La razón era el prematuro envejecimiento del Profesor. Cuando llegó a la cátedra de Salamanca con 35 años parecía que tenía 50. Por eso Raúl Morodo, el primero de sus colaboradores, lo llamó Viejo Profesor ¿Cómo fue posible que el Profesor pudiera ocultar su pasado? Hay dos razones: su carácter hermético unido a la distancia insalvable que había, en aquella época, entre catedrático y alumnos. En segundo lugar, el pasado era un tema tabú en la posguerra. Sigue leyendo

Franco ha muerto, el franquismo no

El franquismo terminó el 20 de noviembre de 1975. Eso nos dicen los libros de historia. Pero la realidad es tozuda y en pleno siglo XXI seguimos viviendo situaciones que solo tienen explicación desde una actitud nostálgica de idearios que creíamos ya superados.Nostalgicos Valle Caidos

Desde algunos sectores políticos, mediáticos y sociales se plantea una estrategia de banalización de la dictadura franquista que tiene como objetivo reescribir la historia de España de tal forma que sólo exista una versión: la de aquellos que defienden a los traidores a la legalidad vigente en 1936. Quizás por ello están sucediendo una serie de hechos que confirman que realmente sí existe un franquismo vigente que cada día se manifiesta de forma más abierta en cuestiones de mucha trascendencia.

Empezaré por la Ley de la Memoria Histórica; una Ley que tiene por objeto reconocer derechos y establecer medidas a favor de quienes sufrieron los efectos de la Guerra Civil y de la Dictadura. Desde su aprobación, está siendo escarnecida de mil maneras tanto por colectivos y organizaciones privadas como de instituciones públicas que precisamente son las que tienen la obligación de aplicarla y de hacer que se cumpla. No voy a entrar en señalar a ningún responsable de esta situación, sólo voy a ceñirme a lo reconocido por el propio ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón: «Desde que gobierna el PP, no se han tocado los vestigios de la Dictadura por causas económicas o de protección del patrimonio».Concejal PP en Valle
La extrema derecha de este país, anide donde anide, y con la inestimable colaboración del Tribunal Supremo, ha conseguido apartar de la carrera judicial al juez Baltasar Garzón, tras un ruin acoso que culminó con su inhabilitación. Uno de los ‘delitos’ de Garzón fue querer aplicar la Ley de la Memoria Histórica en lo concerniente a la apertura de las fosas comunes en las que reposan los cuerpos de decenas de miles de demócratas que fueron asesinados por sus ideas. Evidentemente esta situación se produce porque no existe una sola victima del ‘bando nacional’, enterrada en una fosa común. Esas victimas, también de la crueldad y de la guerra, descansan todas en los cementerios, como es su derecho; a las demás víctimas se les niega ese derecho; primero sus asesinos los condenaron a muerte y después a ‘descansar en una fosa común’, en mitad del campo, o en una cuneta. Sigue leyendo

Nostálgicos del franquismo

Leo con sorpresa la manipulación realizada en los osarios del Valle de los Caídos. Debe guardarse el respeto debido a los muertos y a sus descendientes. En esta historia hay algo que no se cuenta: que el Valle es un homenaje a los muertos de «un bando», el de Franco. Los restos de muertos republicanos fueron llevados allí más tarde, hurtándolos en ocasiones de los cementerios sin permiso de las familias. Todo mientras el régimen desencadenaba la mayor operación represiva conocida en la historia de nuestro país: a día de hoy, cerca de 200.000 muertos contra el bando traidor (es decir, leal a la República). Hablar de «lugar de reconciliación» es una gran mentira, que no creyó nunca ni la propia propaganda franquista. Reconciliación, ¿de quién?pp-fachas

Con cierta periodicidad aparecen noticias de prensa sobre el destino final del mausoleo. Y se dicen muchas mentiras e inexactitudes. La primera es que Franco no quiso ser enterrado allí, algo que ha repetido su hija recientemente. Basta con leer las memorias del arquitecto que refiere cómo al llegar al lugar elegido (José Antonio ya estaba allí) Franco comentó: «Bueno, entonces, yo aquí», señalando con el dedo la tumba vacía. Se alega que nadie puso reparos al entierro de Franco en Cuelgamuros. Eso es cinismo y del malo: ¿quién podía atreverse a hacer semejante refutación?, con los cachorros de Fuerza Nueva desatados. Otro argumento capcioso es que, antes de cerrarse a las visitas, era el monumento que más aportaba a las arcas del Estado. Al margen de que ese dato es dudoso, lo mismo se podría alegar los trenes del atentado de Madrid que, de ponerse en exhibición pública, recibirían seguramente una abundante y macabra afluencia de curiosos. Se mire por donde se mire, la tumba de Franco y el mismo Valle son un grano podrido que no puede originar sino división, lo contrario de lo que supuestamente los franquistas de hoy pretenden