10 estrategias de manipulación

El reciente debate (por llamarlo de alguna forma inteligible) sobre el “estado de la nación” ha confirmado lo que todos sabemos desde hace mucho tiempo: que se trata de juegos de salón, ajeno a la realidad de la sociedad, donde unos y otros escenifican unos papeles previamente establecidos ¿Y del estado real de la nación? Ni se sabe cuál es ni hay interés en averiguarlo. ¿Los 6 millones de parados, los jóvenes que emigran al extranjero, las familias que no llegan a final de mes, la liquidación del presupuesto en investigación, las listas de espera, la crisis económica que sigue ahí? Franco, al menos, no montaba estos paripé y se conformaba con que sus leyes fueran gloriosamente aclamadas en las Cortes.

Manipulacion

Como recogía la prensa, a Rajoy se le vio convencido de que sus votantes no están entre los afectados de la reforma laboral o entre los que se han visto abocados a ir a los comedores sociales. Nada se dijo de los graves problemas y las iniciativas legislativas que, con hábil táctica del rodillo, están siendo aprobadas en nuestro país. La resignación parece haberse instalado como guía práctica de conducta. Pensar y expresarlo públicamente es actividad peligrosa, insana para la mente y merecedora de una multa ejemplar. La táctica de adormecimiento de la sociedad es conocida, como apunta Noam Chomsky en “10 Estrategias de Manipulación”.

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales”. Sigue leyendo

Por la regeneración democrática de la vida pública en España

La crisis económica ha agudizado en nuestro país la vieja tendencia al caciquismo, al chanchullo y a la corrupción política. No somos pocos los ciudadanos que asistimos impotentes a la avalancha de noticias que ponen en duda la honradez y el sentido común de nuestra clase política. Da igual que miremos a la derecha que a la izquierda, a los partidos nacionales o a los autonómicos, a las formaciones antiguas o a las que tienen apenas unos años de vida ¿Seremos capaces de quitarnos de encima esta auténtica plaga bíblica que nos azota?Stop corruption

En la entrada anterior me refería a las dos actitudes que parecen predominar a la hora de encarar este problema: indignación o resignación. Muchos ciudadanos están indignados y resignados al tiempo. Por eso, cobran todo su valor las iniciativas para lograr una reforma global de la acción política dando mayor cabida a la sociedad civil y a las opiniones concretas de la gente de a pie. Entre otras muchas iniciativas, la reciente declaración de la UNIJES, asociación que engloba a las universidades dependientes de los jesuítas, tiene un valor especial. Nos permitimos reproducir la «Declaración de UNIJES: Por la regeneración democrática de la vida pública en España» con la ilusión de que sirva para despertar tantas conciencias adormecidas o resignadas.

A. POR QUÉ ESTA DECLARACIÓN CONJUNTA
1. UNIJES, que agrupa todos los centros universitarios de la Compañía de Jesús en España, quiere ofrecer una reflexión y expresar unas palabras sobre la necesaria y urgente regeneración de nuestra vida política. Nos han movido a ello dos razones: la situación de crisis económica y de deterioro político por la que atraviesa nuestro país, y nuestra propia responsabilidad como centros universitarios (cuya misión incluye la formación de una parte de la ciudadanía, las tareas de investigación que crean conocimiento, y la proyección y divulgación de este a través del diálogo social).
Por ello, ante una situación social y política que preocupa profundamente a una parte importante de la ciudadanía, en un momento que requiere de la política actitudes honestas, actuaciones decididas y compromisos duraderos, queremos contribuir al diálogo común desde nuestra aportación específica.
2. Como centros vinculados a la Compañía de Jesús e inspirados en un humanismo cristiano pero abierto a otras sensibilidades distintas a la nuestra, queremos comenzar reconociendo que no siempre hemos estado a la altura de las circunstancias, aunque solo fuese por omisión o por descuido, lo cual nos exige una revisión autocrítica compartida con todo el sector universitario. Nuestra intención ahora no es repetir las grandes declaraciones de la Iglesia o de la Compañía de Jesús, sino algo más concreto: reaccionar ante la situación delicada por la que atravesamos en nuestro país y expresar públicamente nuestra palabra y nuestro compromiso, conscientes de que la sociedad espera y exige de nosotros una voz crítica y razonable, al servicio de la política digna y del bien común.

B. DESDE DÓNDE NOS PRONUNCIAMOS
3. Nuestro punto de partida es la desesperanza y la falta de confianza hacia la política que dominan en nuestros días. Este sentimiento se agrava por la crisis actual y por las situaciones de penuria que tantas personas y familias sufren, en un escenario que parece desbordar la capacidad de nuestros gobernantes y de la clase política en general. Y se agrava aún más, a la vista de las irregularidades y de los escándalos que venimos padeciendo.
4. Existe una nueva y persistente demanda social que recorre nuestro país, así como otras sociedades europeas. Junto a la desazón y a la desconfianza, se manifiestan nuevas iniciativas y anhelos de participación política de muchos grupos y personas. En el fondo de todo ello, late una conciencia ética que responde a valores arraigados en nuestra sociedad, tan necesarios para la regeneración de la política y de la vida pública. Pero tampoco debemos olvidar, por contraste, que durante estos últimos años hemos visto cómo se “corrompían” ciertas bases sociales y culturales de nuestra vida común.
5. Partimos también de nuestra condición de universitarios, conscientes de que de la universidad se espera que favorezca la búsqueda de propuestas de solución ante los retos de una sociedad cambiante y en crisis. En estos tiempos difíciles, en que no abundan los análisis certeros ni las ideas creativas, nos resistimos a aceptar como algo inevitable que no existan valores y criterios éticos, o a resignarnos y desinteresarnos por la vida común.
6. Por último, como centros vinculados a la Compañía de Jesús e inspirados en un humanismo cristiano y abierto, deseamos contribuir al diálogo común desde nuestra aportación específica, desde nuestra vocación de servicio a la fe y a la promoción de la justicia, y de presencia en terrenos de frontera (Compañía de Jesús, Congregación General XXXV, 2008). Sigue leyendo

2 respuestas a la crisis: indignado o asustado

La crisis ha venido para quedarse. Lo que comenzó siendo una crisis económico-financiera y ha llegado a ser una crisis de las instituciones políticas, es lo más parecido que puede haber a una crisis sistémica, a una crisis en la que el sistema en su conjunto muestra todas sus debilidades. Esta crisis comenzó produciendo indignados, pero puede acabar, y ojalá así sea, produciendo asustados.Botín pistolero

Si hubiera que establecer una diferencia entre los indignados y los asustados ésta sería la siguiente: el indignado, siendo parte del sistema, no cree que él tenga responsabilidad alguna en la crisis y culpa a otros, especialmente los políticos y los banqueros, de la crisis que le afecta. El asustado, sin embargo, termina viendo que la crisis es del conjunto del sistema, que él no escapa de la responsabilidad, pues es parte del sistema y no puede aperarse de él, y por eso está asustado, porque ve que la salida no es fácil, pues si bien es necesario nombrar individualmente y en grupo a los responsables más directos de la crisis, no cree que con ello termine la labor de depuración, sino que cree que ésta debe alcanzar a todos los ciudadanos.

Lo más llamativo de la crisis española es que, aun afirmando que es una crisis que afecta al conjunto del sistema, quienes opinan en público sobre ella lo hacen colocándose a sí mismos fuera del sistema, como si no estuvieran afectados por los problemas que aquejan al sistema, y fijan su atención en otros actores para cargar sobre ellos toda la responsabilidad. O al menos la más importante y la más grave.

Parece que existe cierto consenso en afirmar que la crisis, en sus aspectos económico-financieros, está en relación con la burbuja inmobiliaria y constructiva: España, con algo más de 40 millones de habitantes, estaba construyendo entre 700.000 y 800.000 viviendas anuales, mientras que la Gran Bretaña por ejemplo, y en los mismos años, construía alrededor de 250.000 viviendas con más de 60 millones de habitantes. Y eso sucedía año va y año viene. Eran los tiempos en los que el número de trabajadores se acercó, e incluso llegó, a los 20 millones. Pero incluían a, con permiso, trabajadores burbuja, que cobraban sueldos burbuja, que pagaban IRPF burbuja, IVA burbuja, lo cual permitía presupuestos burbuja con poco o ningún déficit. Sigue leyendo

Crisis institucional irreversible

El Cónsul general de España en Tánger, Cristóbal del Castillo, informaba en octubre de 1957 al ministro Castiella del «derrumbamiento de la peseta en Tánger, que está con el dólar a 60, y con las demás monedas igual. Solo en Tánger se daba una evasión de capitales superior a los dos mil millones de pesetas de billetes llegados de España. No se trata de una operación especuladora estimulada por la unificación monetaria, sino de una evasión de capitales que adquiere forma masiva». Nada nuevo si lo comparamos con los recientes casos de evasión fiscal en que están imputados Bárcenas, la familia Pujol, o Urdangarín. Se trata de una auténtica crisis institucional de magnitud desconocida hasta ahora.Fraude

Miguel de Unamuno consideraba a los españoles “un pueblo enseñado a huir de la verdad, a transigir con la injusticia y a soportar la opresión”. Es la situación en la que estamos hoy. Los españoles prefieren la esperanza ilusa a la verdad y aceptan que las élites corruptas estén por encima de la ley y de los tribunales, donde solo excepcionalmente son juzgados –para ser indultados si les condenan– y vota a los opresores con una laxitud moral inaudita.
Parecemos inclinados a elegir a aquellos gobiernos que más nos pueden perjudicar. Aparte de los sucesivos y lamentables mandatos de González, después del primero y del no menos lamentable segundo mandato de Aznar, la reelección de Zapatero en 2008 y la reciente victoria del PP en Galicia son una muestra clamorosa de ello. Por ello, la pregunta del gran fondo de inversión ruso Renaissance en un reciente análisis sobre España: ¿Hasta cuándo los españoles van a poder aguantar una opresión y un grado de dolor como nunca antes se ha hecho con una sociedad?
Es absolutamente pertinente. Porque el expolio al que están sometidos los españoles hoy está muy lejos de haber terminado. Nos esperan nuevas reducciones salariales y de pensiones, nuevas elevaciones de impuestos y tasas, cierres de empresas y ERE en cadena y nuevas subidas de la electricidad, el gas o los servicios bancarios. Pero sobre todo nos espera el riesgo cierto de alcanzar el nivel inaudito de paro del 30% en no mucho tiempo.
Ante esta realidad, el primer fondo de inversión ruso se pregunta ·cuándo tomará la gente las calles para exigir el cambio político·. El pensamiento es cosa de uno, la acción es cosa de varios y la acción política cosa de muchos, así que lo que de verdad se están preguntando los rusos –que de esto saben algo– es a qué esperan los españoles para defender colectivamente sus libertades y sus derechos, y hacerlo patente ante el mundo. No sabemos cuándo se producirá el estallido social, pero hay una cosa clara: o la gente toma las calles para exigir el cambio político y la democracia formal con representación de los electores y separación de poderes o tardaremos cien años en recuperar nuestro nivel de vida moral y material.

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Un decálogo para el post-franquismo

Un decálogo para el post-franquismo

Un decálogo para el post-franquismo

El franquismo es un periodo de la historia de España que, por su duración, ha marcado de modo indeleble el curso de la historia de España en el siglo XXI. Con sus luces y sus sombras, sobre el legado de Franco se levantó la actual estructura social y económica que nos ha permitido dar un salto enorme hasta la situación actual de país del Primer Mundo. Pero ese tiempo ha terminado y ahora estamos experimentando cómo se ha quedado viejo y anticuado. Nuestro país debe remover urgentemente una serie de trabas y realizar una serie de reformas con el objeto de evitar ir hacia la inviabilidad como sociedad próspera. Proponemos un decálogo de objetivos que deberíamos alcanzar:
1º REGENERACION DE LA VIDA POLITICA. Al Estado deben llegar los mejor preparados tanto en formación como en experiencia.
2º LEY ELECTORAL. El país debe ser gobernado por la lista más votada, sin mercadeos.
3º CONTROL DEL ESTADO DE LAS AUTONOMIAS. Tanto en gasto como en funcionarios, no lo podemos pagar.
4º MEJORA DE LA EDUCACION. Un país de fracasados escolares y de universitarios con títulos sin valor no va a ninguna parte.
5º MAS INVERSION EN NUEVAS TECNOLOGIAS. Los mejores se nos van al extranjero.
6º UNA POLITICA EXTERIOR ACORDE CON NUESTROS ALIADOS NATURALES. Por historia y tradición estamos en el occidente liberal.
7º MEJORA DE NUESTRA CALIDAD DEMOCRATICA. Separación real de poderes para que haya seguridad jurídica de facto y combate claro a la corrupción política.
8º CREACION DE EMPLEO. Facilitemos la apertura de empresas y la contratación sin trabas para que haya inversión y empleo.

9º PACTO SOBRE TERRORISMO. Se puede solucionar hablando y manteniendo la firmeza
10º ASUMAMOS NUESTRAS RESPONSABILIDADES. Tenemos el gobierno que hemos votado. Vemos la televisión que tenemos porque no apagamos el botón. El mercado somos todos nosotros, no un ente maléfico exterior, cuando hacemos un negocio todos queremos ganar. Confundimos no pagar con gratuidad.

Activémonos

Franco de pesca

Los años finales de la dictadura y el periodo de Transición fueron de una actividad política especialmente intensa. Participar, opinar, promover, manifestarse, eran la respuesta al cansancio por la falta de libertades y el fruto de la ilusión y de la convicción de que aquel estado de cosas podía cambiar. La edad del dictador y la aproximación a Europa, junto con la relación personal con la oleada de turistas y la elevación del nivel de educación, crearon un contagio de expectativas de cambio que generaba motivación y compromiso. El cambio fue social antes de ser político.

Ahora, por el contrario, nos encontramos distanciados de la actividad política y de sus protagonistas y hacemos zapping al verlos en televisión a mayor velocidad que con los anuncios. Atendemos a nuestros intereses personales y seguimos al fin el consejo que nos dio el dictador, «haga como yo, no se meta Vd. en política». Como resultado, nuestra democracia sigue siendo el ensayo tímido y limitado que se diseñó en la transición para evitar salidas de carril y, peor aún, los modos de hacer política han degenerado y el insulto, la distorsión torticera del lenguaje y los argumentos, o el no escuchar ni dudar ni ceder, son modos de hacer política que se dan por buenos en la medida en que son habituales. La vista y el oído se acostumbran.

Activémonos. Lo sucedido con Wikileaks y países árabes muestra el poder de la sociedad cuando la coordinación se hace posible. Durante siglos el poder nació de las armas para definirse después como proveniente de Dios e imponerse a una masa ignorante, paupérrima y en busca de pastor. Somos la sociedad más formada e informada de la historia y poseemos los medios de comunicación adecuados para coordinarnos y hacernos oír. No somos menores de edad, no somos ignorantes, no somos carne de dictadura ni robots consumistas.

La manipulación no llegará más allá de lo que le permita nuestra pasividad. La ley electoral, las listas cerradas, el estilo dictatorial dentro de los partidos de los llamados a ser padres de la democracia, la autopublicidad de los gobiernos, el secretismo de la financiación de los partidos, etc., existirán hasta que nos posicionemos contundentemente en contra y logremos comunicarnos por medios independientes.

Como se ha comprobado en el norte de África, cuando la sociedad dice basta y cada ciudadano se hace consciente de que los que le rodean piensan como él y desean cambiar las cosas, la fuerza resultante es imparable incluso en regímenes brutales. En países democráticos debería resultar más fácil imponer mejoras de calidad de la democracia. Y es que no hay democracia o ausencia de democracia sino un cierto nivel de democracia en cada país y en cada fase de su historia, y el nuestro de hoy no es para tirar cohetes ni está en camino de mejorar si no le empujamos.

Activémonos. Creamos en nuestras posibilidades. Tomemos posesión de la palabra. Hagamos que la política institucional sea una mera canalización práctica del flujo de opinión social y no un mero voto pasivo a un candidato elegido a dedo por unos pocos, y que puede distar de ser el mejor, salvo en la habilidad para ser elegido por los pocos afiliados que controlan su partido.

La juventud actual vive políticamente en una fase de oportunidad de mejora. La democracia limitada pensada para la transición es ya insuficiente. Se impone una revisión profunda de su funcionamiento real. Hay que elevar el nivel de calidad democrática y hacer uso de los maravillosos medios de comunicación y coordinación entre personas que hoy existen. Seguimos con modos de hacer política de otra época cuando ya hemos entrado en la segunda década del siglo XXI, disponemos de internet en casi todos los hogares y tenemos un alto nivel de formación. Pero si logramos que se extienda la convicción de que una mejor democracia es posible, haremos posible y hasta inevitable que el cambio ocurra.

Los medios para mejorar la sociedad en general y su sistema político en particular  existen. La situación invita a no demorar el aumento de implicación de los ciudadanos y la exigencia a los políticos de democratizar el sistema. Y el primer paso es sencillo y posible, activémonos (Carta en Diario de Navarra, 12/III/11)